Los colores a tu alrededor pueden tener un impacto en ti más grande del que imaginas, y es que estos tienen el poder de hacerte sentir feliz y cómoda en determinado espacio, o, por el contrario, transmitirte tristeza y disgusto. Precisamente de analizar cómo los percibimos, nos comportamos ante los distintos colores y las emociones que cada uno despierta en nosotros es de lo que se encarga la psicología del color. Así lo explica Marisol Almonte, quien es experta en el tema, al tiempo que agrega que estar conscientes de cómo repercute cada color en nuestra vida nos da información valiosa para accionar en función a eso.
Si bien no podemos cambiar la decoración de la oficina de trabajo o los lugares que frecuentamos, de lo que sí somos responsables es de nuestro hogar, ese espacio sagrado que, sin dudas, debe transmitirnos buenas vibras y hacernos conectar con el optimismo. Lograrlo a través de los colores es muy sencillo, y aquí te decimos el efecto que puedes obtener con cada uno.
El blanco es el rey de todos, pues al tratarse de un color neutro, va a la perfección en cualquier espacio y junto a cualquier otro tono. Tiene la ventaja de aportar luz y la sensación de amplitud, por lo que es ideal para casas pequeñas. De acuerdo al Feng Shui, el blanco tiene poderes sanadores y desinfectantes, además de que provoca una carga adicional de energía y brillo. Con lo que debes tener cuidado al usar este color es con elegir el tono adecuado, pues el blanco en su tonalidad más pura y utilizado en exceso pudiera transmitir frialdad o un ambiente de hospital. Lo que te recomendamos es que complementes el color con muebles de madera para crear contraste (la madera aporta calidez), con cuadros en colores vivos si quieres darle un toque más juvenil, mientras que también puedes combinar con dorado para apostar a lo sofisticado.
Si lo que estás buscando para tu casa es que se sienta más fría y fresca, sobre todo en estos días de verano, deberías considerar el azul como parte de tu decoración. Esto porque gracias a que se asocia al color del mar y el hielo, hace que cualquier ambiente parezca más frió de lo que realmente es. Según la psicología, este color en sus tonalidades más claras, al igual que el blanco, también aporta calma y serenidad. El azul es perfecto para espacios de la casa donde se necesita concentración y tranquilidad, como estudios, salas de juegos o de ejercicios. Pese a que es un color común en habitaciones (especialmente de niños), no es recomendable usarlo en paredes porque puede crear un ambiente depresivo. Sin embargo, esto no quiere decir que debas descartarlo por completo; puedes escoger algunos detalles para el dormitorio en azul y combinarlo con otros colores más vivos.
El amarillo se asocia al tono del sol (que en realidad no tiene color), por lo que evoca luz. Por otro lado, al ser un tono vivo, también emana creatividad y alegría, pero hay que saber combinarlo y en los espacios en los que se debe emplear para no crear un efecto contrario o rayar en lo estridente. Lo ideal es no abusar de él; es decir, si quieres usar el tono en tus paredes, opta por solo pintar una o dos en amarillo y combinar con otros tonos más sobrios. Donde mejor va es en la cocina, sala y estudio, por las buenas vibras que transmite. No se recomienda para habitaciones, dado que su capacidad de estimular el pensamiento puede llegar a ser un problema a la hora de conciliar el sueño.
Es casi imposible concebir este color sin pensar en la naturaleza. Pero además de esto, el verde se asocia en la psicología del color a la relajación, la tranquilidad y el equilibrio. Para implementarlo en la decoración toma en cuenta sus diferentes variantes: el verde manzana, que es sinónimo de energía, va bien en las salas y recibidores; dado que el verde pastel emana armonía y paz es ideal para las habitaciones de los niños, mientras que el verde oscuro es aconsejable para los baños por ser un área en la que no solemos pasar mucho tiempo, pues tiende a evocar oscuridad. Para combinarlo, siempre es acertado elegir plantas que complementen la idea de un ambiente natural, con colores crema o gris para los tradicionales, o con morado lila y naranja para los más arriesgados.
En la decoración, el rojo emana fuerza, vitalidad y energía. Al ser un color vibrante, usarlo en el hogar representa una decisión atrevida, pero sí que vale la pena. Si lo utilizas para decorar el dormitorio principal, inmediatamente generarás un clima de sensualidad, pues para nadie es un secreto que este color representa la pasión (sino pregúntale a Christian Grey, que tiene todo un cuarto de placer en este tono). Por otro lado, el rojo, al ser un color cálido, aumenta el apetito y hace que los sentidos estén en constante alerta, por lo que va muy bien en comedores y cocinas. Eso sí, recuerda no abusar de él, pues puede hacer que los espacios se vean más pequeños de lo que realmente son.